El caso judicial contra Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha dado un nuevo giro procesal. El Departamento de Justicia de Estados Unidos confirmó que la causa por tráfico de fentanilo será concentrada en las cortes federales de Nueva York y Chicago, eliminando así los cargos presentados originalmente en Washington. Este movimiento marca una reorganización estratégica del expediente más emblemático contra el Cártel de Sinaloa en la era post-extradición.
La decisión, aunque técnica en apariencia, tiene implicaciones directas para la narrativa judicial que el gobierno estadounidense busca construir en torno a la crisis del fentanilo. Al concentrar los procesos en dos distritos clave —el Este de Nueva York y el Norte de Illinois— se optimizan las posibilidades de presentar testigos, conectar evidencias y obtener sentencias más severas. Ambas jurisdicciones tienen historial enjuiciando a miembros del cártel, incluido el propio “Chapo”.
Ovidio enfrenta cargos por conspiración para importar y distribuir fentanilo, sustancia responsable de más de 100 mil muertes anuales por sobredosis en EE.UU. La transferencia del caso sugiere que las autoridades buscan acelerar el juicio con una estrategia legal más pulida, y con tribunales que han demostrado una postura implacable frente al narcotráfico de alto perfil.
Este ajuste también confirma que la narrativa de seguridad en ambos lados de la frontera se está reconfigurando. Ovidio, arrestado en enero de 2023 en Culiacán y extraditado en septiembre del mismo año, se ha convertido en símbolo de una transición generacional dentro del crimen organizado. Su proceso judicial se perfila como un termómetro del compromiso real de cooperación binacional en materia de justicia transnacional.
En Red República entendemos que los juicios no solo se ganan en tribunales: también se litigan en la opinión pública. Nueva York y Chicago no solo heredarán un expediente, sino el peso simbólico de juzgar una era entera del narcotráfico mexicano.