En apenas 12 horas, tres motocicletas fueron robadas en Cuauhtémoc, confirmando un aumento alarmante de este delito. Aunque parece un problema menor, el robo de motos tiene un impacto profundo en la economía local.
Las motocicletas no son solo vehículos de transporte personal: son herramientas de trabajo para repartidores, transportistas y microempresarios. Cada unidad robada significa la pérdida de una fuente de ingreso diario y el colapso temporal de la productividad de una familia.
El aumento de robos encarece seguros, desincentiva la compra de nuevas unidades y alimenta un mercado negro de autopartes que compite directamente con comercios formales. Esto erosiona la economía formal, reduce recaudación fiscal y fortalece a redes criminales que lucran con la informalidad.
Además, el fenómeno impacta en la movilidad. En ciudades intermedias, las motocicletas son clave para entregas rápidas y servicios a domicilio. Su ausencia frena negocios pequeños que dependen de esa logística.
La inseguridad, incluso en delitos considerados “menores”, afecta la confianza ciudadana y empresarial. Invertir en un negocio en Cuauhtémoc resulta menos atractivo si el entorno refleja vulnerabilidad y altos costos asociados a la delincuencia.
En Red República subrayamos que cada motocicleta robada no es solo un vehículo: es un ingreso perdido y una oportunidad menos para el desarrollo económico de la región.


