Por segunda ocasión en menos de una semana, el centro de Chihuahua fue bloqueado por manifestantes, generando caos vial y pérdidas para el comercio local. Aunque el derecho a la protesta es innegable, el costo económico de estas interrupciones es cada vez más evidente.
Comerciantes reportan caídas de hasta 40% en sus ventas durante las horas de bloqueo. Transportistas y repartidores pierden productividad al quedar atrapados en el tráfico, mientras que empleados llegan tarde a sus trabajos o pierden parte de sus jornadas.
El gobierno, además, destina recursos extraordinarios en seguridad y control vial, lo que implica un gasto adicional en lugar de inversión productiva.
Para la ciudad, que busca consolidarse como polo de atracción de capital, la imagen de un centro constantemente paralizado es una señal negativa para potenciales inversionistas. Las ciudades competitivas necesitan movilidad eficiente y estabilidad social.
En Red República enfatizamos que cada bloqueo urbano es también un freno económico. La protesta legítima deja una factura que se mide en ventas perdidas, horas improductivas y confianza erosionada.


