El pulso real de la nación

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La ciudad de Jiménez carga con una herida que el tiempo no ha logrado cerrar. Han pasado ya más de dos años desde la desaparición de Omar, un joven originario del municipio cuyo paradero sigue siendo un misterio para su familia, amigos y autoridades. A pesar de múltiples operativos, boletines y llamados públicos, el caso permanece estancado en una mezcla de silencio, burocracia y desesperación.

Omar fue visto por última vez en una zona rural de difícil acceso. Desde entonces, su familia ha mantenido la búsqueda activa, encabezando brigadas, acudiendo a fiscalías y sosteniendo la esperanza viva con carteles y publicaciones en redes sociales. Sin embargo, los resultados han sido casi nulos.

De acuerdo con fuentes cercanas al caso, una de las principales deficiencias ha sido la falta de coordinación entre las dependencias de búsqueda y los cuerpos policiacos locales. La familia ha tenido que depender en gran medida de colectivos civiles y ciudadanos voluntarios que, con recursos propios, han mantenido la presión para que el caso no sea archivado.

La Comisión Estatal de Búsqueda mantiene abierto el expediente, aunque los avances son prácticamente inexistentes. A pesar de las promesas hechas al inicio del proceso, el tiempo ha erosionado el respaldo institucional, dejando a la familia sola en muchas de sus diligencias.

Este caso no es único. En Chihuahua, miles de familias enfrentan procesos similares, marcados por la lentitud judicial, la falta de protocolos especializados y, en muchos casos, la impunidad.

En Red República creemos que cada desaparición no resuelta es una deuda de Estado. La justicia que se retrasa, se niega. Y cada día sin Omar es un recordatorio de que las instituciones aún no están a la altura del dolor de su gente.

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