El Senado de Estados Unidos aprobó recientemente con su voto decisivo (51 a 50) el llamado “Gran y Hermoso Plan Fiscal” impulsado por Trump, que propone recortes masivos de impuestos, aumentos en gastos de defensa y migración, y financiamiento mediante deuda pública por hasta 3.3 billones de dólares en la próxima década. El proyecto sigue ahora su trámite en la Cámara de Representantes.
Este plan, bautizado por Trump como ambicioso y populista, busca mantener el impulso económico durante la campaña presidencial, pero también abre interrogantes financieras: la CBO advierte que la deuda pública se disparará y el déficit estructural aumentará, lo que podría encarecer los créditos del gobierno y presionar al alza las tasas de largo plazo. Esto tiene consecuencias directas en sectores que dependen de financiamiento barato, como vivienda, manufactura y energías alternativas.
La presión sobre la Reserva Federal también se intensifica: deberá evaluar si recortar tasas o animar a la compra de bonos del Tesoro para estabilizar los mercados. En caso contrario, la deuda acumulada generaría presión inflacionaria y pondría en riesgo programas sociales —especialmente Medicaid y SNAP— que están en miras de recorte.
La aprobación provocó controversias en el Congreso: dos senadores republicanos expresaron que representa un riesgo para la salud pública y programas sociales, mientras inversores como Elon Musk lo califican de “completamente loco”.
Red República lo resume: déficit récord hoy, financiamiento imposible mañana. El plan fiscal puede ser popular, pero también un lastre para la competitividad futura.
