La Ciudad de los Deportes, uno de los recintos más emblemáticos del futbol mexicano, enfrenta nuevamente cuestionamientos por problemas administrativos y de infraestructura vinculados a la alcaldía y a la gestión de los estadios. Lo que parece un conflicto burocrático tiene, en realidad, consecuencias directas sobre la industria deportiva y particularmente sobre el Club América, que ha tenido historial de partidos clave en este escenario.
La gestión de estadios en México es un tema mucho más que deportivo: implica concesiones, mantenimiento, permisos y contratos millonarios que definen la experiencia de los aficionados y la seguridad de los jugadores. Cada problema de administración no solo retrasa partidos o afecta calendarios, sino que genera pérdidas en taquilla, en derechos de transmisión y en consumo indirecto de miles de aficionados que se desplazan para asistir a los encuentros.
El América, como la marca más poderosa del futbol mexicano, es también uno de los clubes que más ingresos genera en patrocinios, publicidad y venta de boletos. Un conflicto en torno a estadios como el de Ciudad de los Deportes repercute directamente en su flujo financiero. Además, afecta la proyección de la Liga MX como un producto competitivo frente a otras ligas internacionales, donde los estadios son vistos como activos de primer nivel.
Para la alcaldía, los estadios deberían representar no solo un símbolo deportivo, sino un polo de desarrollo económico. Restaurantes, hoteles, transporte y comercios locales dependen de la afluencia que generan los partidos. Sin embargo, cada vez que la gestión entra en crisis, la derrama económica se reduce y la confianza de inversionistas en proyectos deportivos se debilita.
En Red República destacamos que cada estadio no es solo un campo de juego: es un motor económico que, bien gestionado, multiplica empleos y competitividad, y mal administrado, se convierte en un lastre para la economía del deporte en México.


