El próximo 12 de septiembre, mientras México se prepara para las fiestas patrias, los consumidores recibirán otra noticia: la gasolina y el diésel alcanzarán su Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) máximo. Esto significa que los combustibles llegarán al mercado con un recargo histórico, encareciendo no solo los traslados personales, sino toda la cadena productiva del país.
En Chihuahua, donde el transporte terrestre es vital para la agricultura, la industria y el comercio, el aumento del IEPS repercute de manera directa en los costos operativos de empresas que dependen de flotillas para mover mercancías. Un incremento en gasolina y diésel no solo presiona a transportistas, también eleva precios en insumos, alimentos y productos básicos, generando efectos inflacionarios en cascada.
La medida llega en un momento crítico, pues México busca atraer inversiones mediante el nearshoring. Sin embargo, los costos energéticos son un factor que los inversionistas internacionales analizan con detalle. Competir con países donde los combustibles tienen subsidios más agresivos puede restar atractivo a regiones como Chihuahua.
Para las familias, el impacto será inmediato: mayor gasto en transporte y encarecimiento de la canasta básica. Para el gobierno, el reto será explicar cómo concilia esta medida fiscal con la narrativa de apoyo al poder adquisitivo.
En Red República subrayamos que cada litro de gasolina no solo mueve motores, también define competitividad. Y este septiembre, el grito de independencia llega acompañado de un costo que se contará en millones.


