Carlos Borruel Jr., empresario chihuahuense conocido por su estilo de vida ligado al lujo automotriz, sorprendió al anunciar la rifa de su McLaren 675 LT, un vehículo de alto rendimiento valuado en millones de pesos. Aunque pudiera parecer un simple acto de ostentación, la estrategia detrás de este evento va más allá del glamour: se plantea como un ejercicio de responsabilidad social y de construcción de marca.
La dinámica consiste en la venta de boletos con valor accesible para un segmento específico, lo que democratiza el acceso a un auto que normalmente estaría fuera del alcance de casi cualquier persona. Más importante aún, parte de lo recaudado se destinará a causas sociales, lo que le da un giro de legitimidad y empatía al proyecto.
Desde la perspectiva de negocios, la rifa funciona como una campaña de marketing personal que multiplica la visibilidad de Borruel Jr. y le permite atraer audiencias diversas: entusiastas de los autos de lujo, jóvenes interesados en dinámicas digitales y personas motivadas por participar en eventos con causa. Esta mezcla crea comunidad y posiciona su figura como empresario innovador.
El impacto económico también es notable: la rifa mueve capital inmediato, activa proveedores (desde diseño gráfico hasta plataformas digitales de pago) y puede abrir la puerta a colaboraciones con marcas que buscan asociarse con figuras disruptivas.
Para un inversionista, este tipo de ejercicios muestran algo clave: la capacidad de Borruel Jr. de convertir activos personales en vehículos de capitalización e impacto social. No se trata únicamente de un auto rifado, sino de un modelo de negocio donde el estilo de vida se convierte en estrategia de branding con retorno.
En Red República subrayamos que la rifa del McLaren no es frivolidad: es un mensaje de que un empresario puede transformar lujo en oportunidad colectiva.


