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Dos Bocas, la refinería bandera del actual sexenio, enfrenta lo que expertos califican como una pesadilla interminable: retrasos constantes, incrementos al presupuesto y cuestionamientos sobre su rentabilidad. Un análisis del Sol de México advierte que los costos podrían superar los 200,000 millones de pesos, con una capacidad subutilizada y dependencia tecnológica extranjera.

La refinería, concebida para procesar 340,000 barriles diarios, ya ha registrado sobrecostos del 35% sobre el plan original. Los plazos de puesta en marcha han sido extendidos en al menos 18 meses, lo cual incrementa el costo financiero y desincentiva inversión privada en otros proyectos energéticos. Además, su ubicación en la costa de Tabasco conlleva presiones climáticas y logísticas adicionales.

En el marco de los mercados petroleros globales, una planta en el Golfo de México se enfrenta a competencia de refinerías más eficientes y especializadas. Según consultoras del sector, Dos Bocas será viable solo si México logra consolidar alianzas con terceros en comercio de petróleo crudo, integración logística y acceso a tecnología interna con contenido nacional mínimo del 40%.

Un dato clave es que la refinación local podría reducir las importaciones de combustibles en más de 60%, pero solo si no se encarecen los costos de producción frente a los precios internacionales. El reto reside no solo en terminar la obra, sino en lograr una operación competitiva.

En Red República estamos convencidos de que las grandes obras públicas solo son viables si generan valor y trascienden el ciclo político. De lo contrario, son solo sueños costosos.

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