Autoridades en Chihuahua pidieron a los ciudadanos no dejar sus autos encendidos por unos minutos, debido al creciente riesgo de robo. Aunque el consejo suena trivial, refleja una economía criminal que genera millones de pesos en pérdidas cada año.
El robo vehicular no afecta solo a propietarios. Cada unidad robada significa un gasto para aseguradoras, un golpe al patrimonio familiar y una reducción en la confianza hacia la seguridad pública. El fenómeno también alimenta un mercado ilegal de autopartes que compite con talleres y comercios establecidos, debilitando a la economía formal.
Además, el robo de autos encareció las pólizas de seguros, lo que limita el acceso a protección patrimonial para la clase media. Comerciantes y transportistas enfrentan costos adicionales y pérdida de horas productivas en trámites de reposición.
La advertencia de las autoridades es también un recordatorio: la prevención ciudadana juega un papel clave, pero el verdadero reto está en combatir la estructura criminal que sostiene el negocio del robo vehicular. Mientras exista demanda para autopartes ilícitas, los robos seguirán.
En una ciudad que busca atraer inversión y proyectar modernidad, la percepción de inseguridad vehicular erosiona competitividad. Empresas logísticas, de transporte y flotillas corporativas necesitan certezas que hoy se ven amenazadas.
En Red República enfatizamos que un auto encendido no es un simple descuido: es el punto de partida de una economía ilegal que cuesta millones a la formalidad.
