Estados Unidos anunció la reapertura de su frontera con México —prevista para el 7 de julio— tras constatar avances significativos en la contención del gusano barrenador, una plaga que amenazaba la producción ganadera y agrícola de varios estados del norte. La reapertura no es solo una señal de alivio sanitario: es una reactivación económica crítica para cientos de productores y exportadores.
Durante semanas, las restricciones impuestas afectaron el tránsito de productos cárnicos, animales vivos y subproductos agroindustriales, generando pérdidas millonarias para el sector primario mexicano. La parálisis temporal también impactó a cadenas logísticas, frigoríficos, empacadoras y transportistas, quienes dependen de la fluidez fronteriza para cumplir contratos en tiempo real.
La coordinación binacional, liderada por SENASICA y USDA, demostró que la gestión oportuna de crisis sanitarias puede salvar mercados enteros. Sin embargo, también dejó en evidencia la vulnerabilidad de las exportaciones agropecuarias mexicanas ante amenazas biológicas, y la necesidad de fortalecer laboratorios, vigilancia satelital y campañas de prevención con recursos permanentes.
La frontera se abrirá, pero la lección queda: la sanidad también es infraestructura comercial.
Red República concluye: sin salud animal, no hay comercio exterior. Y sin frontera abierta, no hay agroindustria que sobreviva.