El pulso real de la nación

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Durante la ceremonia del 5º aniversario de la Guardia Nacional, la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum lanzó un mensaje claro: el uniforme de los elementos debe ser símbolo de honestidad y confianza para la ciudadanía. La declaración, más allá del discurso ceremonial, responde a una necesidad crítica del país: mejorar la percepción pública de las instituciones encargadas de la seguridad.

Para sectores como el empresarial, el turístico y el logístico, la reputación de la Guardia Nacional no es un tema menor. La presencia de fuerzas federales puede ser un elemento de confianza o de disuasión para nuevos capitales, dependiendo de la credibilidad de los cuerpos de seguridad involucrados. En estados como Chihuahua, donde el despliegue militar es parte cotidiana del paisaje urbano, este tipo de discursos institucionales marcan líneas de política pública que afectarán decisiones de inversión en el corto y mediano plazo.

Además, el compromiso por elevar estándares éticos en la Guardia Nacional puede facilitar acuerdos binacionales, acceso a fondos de cooperación internacional y participación en misiones conjuntas con agencias estadounidenses. La integridad no es solo un valor moral: es una moneda de cambio en el tablero económico y diplomático.

Red República lo dice con claridad: en un país donde la seguridad es parte del costo de operación, la confianza vale más que el armamento.

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