El anuncio del aumento del 10% en las siembras de temporal en Parral y Balleza para este ciclo agrícola representa una bocanada de oxígeno para un sector que ha enfrentado años de recesión, recortes presupuestales y condiciones climáticas desfavorables. Este incremento proyectado, según la Secretaría de Desarrollo Rural, abarca principalmente cultivos de avena, maíz y frijol, fundamentales tanto para el autoconsumo como para el comercio regional.
Las lluvias tempranas registradas en junio permitieron anticipar la preparación de tierras, lo que generó un optimismo moderado entre los productores. Además, se reporta un incremento en la solicitud de créditos para insumos agrícolas, fertilizantes y renta de maquinaria, lo cual también beneficia al sector financiero y comercial que gira alrededor del agro. Bancos, casas de insumos, distribuidores de diésel y talleres mecánicos ven en esta alza una oportunidad de recuperación.
Sin embargo, el desafío no termina en la siembra. La falta de acceso a sistemas de riego, la ausencia de seguros catastróficos actualizados y los problemas logísticos para mover la cosecha siguen siendo barreras que frenan el potencial completo de este repunte. Además, la incertidumbre sobre los precios de comercialización, especialmente ante la volatilidad de mercados internacionales, mantiene a muchos productores en modo defensivo.
Las autoridades deberán asegurar que este impulso se traduzca en una cadena de valor funcional, con acopio, transporte, acceso a mercados y acompañamiento técnico. Si se logra consolidar este ciclo como uno de recuperación, podría abrir paso a una nueva etapa de desarrollo rural más competitivo y resiliente.
Red República lo observa: sembrar más no es lo difícil; lo difícil es que esa siembra se traduzca en ingreso, estabilidad y permanencia en el campo.