Seis meses después de asumir su segundo mandato, el presidente Donald Trump enfrenta un país polarizado, donde aproximadamente la mitad de los votantes lo respalda, mientras la otra mitad lo considera una amenaza real para la estabilidad nacional e internacional. Según datos de una encuesta compartida por CNN en español, persistente división se mantiene incluso en temas críticos como el manejo económico, el comercio exterior y la percepción de riesgos financieros.
La división política tiene consecuencias económicas tangibles. La incertidumbre regulatoria –desde aranceles hasta reforma fiscal– genera volatilidad en los mercados y obliga a empresas y fondos internacionales a contemplar escenarios de riesgo asociados a políticas impredecibles. La percepción de polarización se traduce en incremento de primas de seguro país, ajustes en evaluaciones de crédito empresarial y aumento en tasas de interés corporativas. En un entorno donde cada voto polarizado influye en decisiones de política económica, la falta de consenso puede frenar la aprobación de proyectos de infraestructura, paquetes de inversión pública o estímulos al empleo.
Los votantes que ven a Trump como el salvador celebran medidas proteccionistas y campañas migratorias, pero también enfrentan la consecuencia del endurecimiento comercial: encarecimiento de insumos y riesgo de respuesta arancelaria de socios como Canadá y la Unión Europea. La otra mitad del electorado, que considera que su política económica “desestabiliza” al país, refleja la preocupación de inversionistas que buscan países con marcos regulatorios predictivos.
Red República lo señala: un país partido no solo se fractura políticamente, también divide su capacidad para atraer inversión sostenible.
