La confirmación de que todos los aranceles impuestos por Donald Trump siguen en vigor mantiene bajo presión a la economía mexicana, particularmente a estados fronterizos como Chihuahua.
La industria automotriz, textil y agroindustrial depende de cadenas de suministro integradas con Estados Unidos. Los aranceles encarecen exportaciones, reducen márgenes de ganancia y presionan los precios al consumidor. En un entorno donde el nearshoring prometía oportunidades históricas, la continuidad de estos impuestos genera incertidumbre y retrasa decisiones de inversión.
Para los empresarios chihuahuenses, el reto es doble: absorber parte de los costos para mantenerse competitivos y, al mismo tiempo, buscar diversificación hacia otros mercados. Sin embargo, la realidad es que Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial y cualquier barrera impacta directamente en el dinamismo económico del estado.
Los aranceles no son simples cifras en tratados internacionales: son la diferencia entre crecimiento o recesión para miles de empleos en la frontera.
Red República destaca que mientras los discursos políticos cruzan fronteras, son las empresas y trabajadores de Chihuahua quienes pagan la factura de la guerra comercial.


