Los consumidores de alto perfil están transformando la cremación en una experiencia estética, íntima y simbólicamente poderosa. ¿Qué hay detrás de este giro cultural?
Lejos quedó la imagen de la cremación como un procedimiento frío o impersonal. En 2025, las urnas son objeto de diseño, los rituales se adaptan al estilo de vida del consumidor y las marcas como Lux Nostra están liderando una transición delicada: convertir el último adiós en una experiencia personalizada, estética y emocionalmente trascendente.
Desde urnas biodegradables con elementos botánicos hasta piezas diseñadas por artistas locales, el mercado premium está creciendo. Este giro se vincula con un nuevo tipo de cliente: más consciente, más informado y con un sentido del legado mucho más simbólico.
“El duelo también puede ser bello. La estética no está peleada con el respeto, y muchas veces ayuda a sanar mejor”, explica una antropóloga consultada por Red República.
Además, esta nueva demanda está empujando a empresas funerarias a capacitar a su personal en diseño emocional, lenguaje simbólico y experiencias sensoriales. Se habla ya del funeral boutique, un modelo emergente que combina personalización con alta calidad de atención.
En lugar de evadir el tema, las nuevas generaciones lo diseñan. Lo enfrentan. Lo resignifican.
En Red República, entendemos que incluso la muerte tiene marca. Y las marcas que entienden esto, viven más allá de sus fundadores.
